¿Por qué somos adventistas?

Introducción.

En todas las épocas, Dios ha tenido testigos en la tierra. Estos han sido hombres y mujeres que han defendido la palabra de Dios y han predicado lo que Dios les ha encomendado. Podemos afirmar con seguridad que Adán y Eva fueron los primeros testigos de Dios. Aunque con su caída introdujeron el pecado en el mundo, predicaron el amor de Dios al relatar lo que Dios había hecho por ellos. Enoc, quien nació 622 años después de la creación, también fue testigo de Dios, y está escrito de Enoc que Dios lo llevó vivo al cielo: Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo, (Génesis 5:24).

Sobre Enoc, Elena G. de White dice lo siguiente en The Signs of the Times, 4 de octubre 1899, sección 1: Tenemos el privilegio de caminar como lo hizo Enoc. Cristo nos ha asegurado que quienes siguen sus pasos son sus discípulos, sus verdaderos representantes». Él dice: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. ¿Acaso no es esta suficiente garantía? ¿No deberían estas palabras llenarnos de santa paz y gozo?

El Señor instruyó a Enoc y lo nombró su atalaya. Él fue un fiel testigo de Dios, advirtiendo a los habitantes del mundo antiguo que no siguieran el ejemplo de los adoradores de Caín, sino que sirvieran al Dios viviente. “También Enoc, séptimo desde Adán, profetizó acerca de estos, diciendo: “He aquí que el Señor viene con millares de sus santos, para ejecutar juicio sobre todos, y para convencer a todos los impíos de todas sus obras impías que han cometido, y de todas las duras palabras que los pecadores impíos han hablado contra él”, (Letters and manuscripts tomo 14, párrafo 17).

En Spiritual Gifts tomo 3, página 59.2, Elena G. de White dice lo siguiente: Enoc instruyó a su familia acerca del diluvio. Matusalén, hijo de Enoc, escuchó la predicación de su nieto Noé, quien fielmente advirtió a los habitantes del mundo antiguo que un diluvio inundaría la tierra. Matusalén, sus hijos y nietos vivían en la época en que se construyó el arca. Ellos, junto con otros, recibieron instrucciones de Noé y lo ayudaron a construirla.

Como vemos, Matusalén, hijo de Enoc, también fue testigo de Dios en la tierra y quizás la persona más cercana a Noé cuando se construyó el arca. Elena G. de White dice lo siguiente sobre cómo se construyó el arca: En medio de la corrupción reinante, Matusalén, Noé y muchos más, trabajaron para conservar el conocimiento del verdadero Dios y para detener la ola del mal. Ciento veinte años antes del diluvio, el Señor, mediante un santo ángel, comunicó a Noé su propósito, y le ordenó que construyese un arca. Mientras la construía, había de predicar que Dios iba a traer sobre la tierra un diluvio para destruir a los impíos. Los que creyesen en el mensaje, y se preparasen para ese acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, obtendrían perdón y serían salvos. Enoc había repetido a sus hijos lo que Dios le había manifestado tocante al diluvio, y Matusalén y sus hijos, que alcanzaron a oír las prédicas de Noé, le ayudaron en la construcción del arca, (Patriarcas y Profetas 54, 81.1).

Noé fue testigo de Dios tanto antes como después del diluvio, y podemos suponer que Abraham escuchó su predicación. Abraham también se convirtió en testigo de Dios y, al mismo tiempo, en el antepasado del pueblo escogido de Dios, tanto sus descendientes terrenales como espirituales.

Todos los profetas que Dios suscitó para guiar a su pueblo y corregirlo por su maldad fueron también testigos de Dios. Lo mismo ocurrió con los discípulos y apóstoles de Jesús que fundaron la Iglesia, y con todos aquellos que mantuvieron la palabra de Dios pura e intachable durante la Edad Media y la Reforma, a pesar de ser ridiculizados.

Lo que tienen en común todos los testigos de Dios a lo largo de la historia es que han sido ridiculizados por su fe, estigmatizados, perseguidos, e incluso millones han muerto por ella.

¿Cómo es la situación en los últimos tiempos? ¿Acaso Dios aún tiene testigos que defiendan su palabra y proclamen lo que Dios les revela? Debemos tratar de averiguarlo, porque Dios afirma que no cambia, que es el mismo ayer, hoy y siempre: ¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos! (Hebreos 13:8). Por lo tanto, debería tener testigos también en nuestro tiempo.

Todos los textos bíblicos provienen de la Reina Valera Actualizada 1989, a menos que se indique lo contrario.

Llamados a ser testigos y atalayas.

Este título puede resultar problemático para muchos cristianos, pero, así como Dios levanto y llamó testigos en la antigüedad, siempre lo ha hecho en la actualidad. Dios no cambia, y Él desea que su pueblo obedezca su voz, como lo hicieron Enoc, Noé y Abraham, por mencionar solo algunos. Sin embargo, al igual que en los días previos al diluvio, no todo el pueblo de Dios, quienes hoy se llaman cristianos, le obedecerán. La mayoría de los que se autodenominan cristianos y pertenecen a alguna de las casi 50.000 denominaciones existentes, no están dispuestos a escuchar al Señor. Prefieren vivir a su antojo y seguir a maestros que les dicen lo que, conforme a sus propias pasiones, o lo que quieren oír. Esto provocó una primera escisión en la Iglesia Católica en 1517, porque esta iglesia se había llenado de herejía. A esta escisión la llamamos la Reforma. Tan solo unos 300 años después, la situación era igual de grave en las iglesias reformadas, lo que hizo necesaria una nueva escisión.

Cuando la maldad era igualmente grande en las iglesias reformadas, a principios del siglo XIX, Dios levantó a un deísta* llamado (William) Guillermo Miller. Lo que hizo cumplió varias profecías bíblicas. En el libro de Daniel vemos que este libro sería cerrado o sellado, de modo que no se comprendería en su totalidad hasta que nos acercáramos al fin de los tiempos en sentido amplio**.

* El deísmo es una concepción de Dios que implica la existencia de un ser trascendente, es decir, un ser sobrenatural que no se puede percibir ni comprender, que además es personal en sí mismo y no algo difuso; un Dios que creó el mundo, pero que se ha retirado y ya no interviene en su curso.

** Con la expresión en sentido amplio, me refiero al período comprendido entre el inicio del fin de los tiempos en 1844 y el regreso de Jesús.

Encontramos las siguientes profecías al respecto en los siguientes pasajes:

La visión de la tarde y de la mañana, que ha sido declarada, es verídica. Guarda tú la visión, porque es para muchos días, (Daniel 8:26).

Pero tú, oh, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de un lado para otro, y se incrementará el conocimiento, (Daniel 12:4).

Y él dijo: – Anda, Daniel; estas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin, (Daniel 12:9).

* La expresión que significa porque es para muchos días en realidad se refiere al fin de los tiempos.

Para que conste, debo añadir que no es necesariamente el libro en sí lo que está sellado, sino que son las mentes de los hombres las que no pueden comprender lo que nos revela un libro sellado. En el libro de Isaías encontramos un texto que explica este fenómeno: Toda la visión será como las palabras de un libro sellado. Cuando lo dan al que sabe leer y le dicen: Por favor, lee esto, él dice: No puedo, porque está sellado. Y cuando dan el libro al que no sabe leer y le dicen: Por favor, lee esto, él dice: No sé leer, (Isaías 29:11-12).

Por lo tanto, hay dos maneras en que un libro puede estar sellado, y quien sabe leer, que por ende no es analfabeto, afirma que el libro está sellado. Esto se debe a que carece del conocimiento necesario para comprenderlo, mientras que quien no sabe leer, no puede hacerlo por razones naturales. De hecho, ambos pueden considerarse analfabetos. Quien no sabe leer es analfabeto en el sentido ordinario, mientras que quien sabe leer es analfabeto espiritual.

Durante La guerra angloestadounidense de 1812-1814, ocurrió un suceso que impulsó a G. Miller a estudiar la Biblia al finalizar la guerra. Un proyectil cayó a un metro de donde se encontraba. Este proyectil mató a dos de sus soldados e hirió a varios más que estaban más lejos del punto de impacto, pero él resultó ileso. Tras la guerra, cuando G. Miller comenzó a estudiar la Biblia para comprenderla y, tal vez, encontrar a un Dios personal, Dios le concedió la capacidad de entender el texto del libro de Daniel, lo que le permitió cumplir la profecía del capítulo 10 del Apocalipsis. Les recomiendo a todos que lean este capítulo; es breve, de solo 11 versículos, pero de gran importancia. Aquí están los cinco versículos que quiero destacar:

Versículo 6: y juró por el que vive para siempre jamás, quien creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él: Ya no hay más tiempo. Este versículo establece el tiempo para nosotros. En el plan de Dios encontramos dos períodos de tiempo de naturaleza distinta. El primero se llama tiempo profético, y dentro de este, el tiempo es un factor importante. El cumplimiento de lo profetizado puede datarse al año en que debía comenzar y al año en que debía terminar. En muchos casos, incluso con fechas específicas, aunque no se mencionen en la Biblia. El segundo período es el tiempo del fin, que comenzó el día en que cesó el tiempo profético. Ahora ya no importa cuánto dure, sino que el plan de Dios se llevará a cabo sin fijar fechas para los diversos eventos. Esto es lo que nos dice la última frase del versículo 6, donde dice: ya no hay más tiempo.

Versículo 8: Y la voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, diciendo: Ve, toma el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra. En esta profecía, Juan representa al pueblo de Dios en los últimos tiempos, y es él quien, según la profecía, va y recibe el mensaje del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra. El versículo 1 nos dice que este ángel es Jesucristo. El punto esencial de este versículo es que el ángel, Jesús, dice que el librito está abierto. Cuando se dice que el libro está abierto, se entiende que antes estaba cerrado o sellado, y el único libro de la Biblia que ha sido sellado es el libro de Daniel.

Versículo 9: Fui al ángel diciéndole que me diera el librito, y me dijo: Toma y trágalo; y hará amargar tu estómago, pero en tu boca será dulce como la miel. Luego, a Juan se le dice que coma el libro, lo que significa que debe escudriñarlo cuidadosamente para comprender su contenido. Pero hay un par de afirmaciones más enigmáticas en este versículo: el libro debe ser dulce en la boca, pero causar amargura en el estómago.

Versículo 10: Y tomé el librito de la mano del ángel y lo tragué. Y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo comí, mi estómago se hizo amargo. Aquí vemos que quienes examinaron el libro pudieron comprender su contenido. Esto les dio la sensación de que el libro era dulce como la miel en sus bocas. Todos los cálculos sobre los tiempos proféticos y demás resultaron ser completamente correctos. Pero se equivocaron en algo: en lo que sucedería en el tiempo al que habían llegado.

En aquel tiempo, todos creían que la tierra era el santuario de Dios, y por lo tanto, G. Miller y las milleritas creían que era la tierra la que debía ser purificada, como se indica en Daniel 8:13-14. Se fijó una fecha para el regreso de Jesús, debido a la mala interpretación de la palabra «santuario» en Daniel 8:14: Y él le respondió: – Hasta 2.300 tardes y mañanas. Luego el santuario será restaurado. Cuando Jesús no regresó en el tiempo esperado, esto les causó una gran decepción. Por lo tanto, la profecía dice que el libro causar amargura en el estómago.

Versículo 11: Y me dijeron: Te es necesario profetizar otra vez a muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes. En el último versículo del capítulo diez encontramos el orden de trabajo de la iglesia de Dios en los últimos tiempos. Dios había llamado a un pueblo para que fueran sus testigos en el tiempo del fin. Comenzó como un movimiento que esperaba el regreso de Jesús en 1844, y se ha convertido en una denominación religiosa que se llama a sí misma Adventistas del Séptimo Día.

Con respecto a aquellos a quienes se refiere Apocalipsis 10:11, Elena G. de White dice lo siguiente: Dios espera que quienes llevan el nombre de Cristo lo representen en pensamiento, palabra y obra. Sus pensamientos deben ser puros y sus palabras y obras nobles e inspiradoras, atrayendo a quienes los rodean al Salvador … En un sentido especial, los adventistas del séptimo día han sido puestos en este mundo como atalayas y portadores de luz. A ellos se les ha confiado el último mensaje de misericordia para un mundo que perece. Sobre ellos resplandece una luz maravillosa de la Palabra de Dios. ¿Qué clase de personas, entonces, deben ser? (In Heavenly Places 332.2).

¿Hay algo en la Biblia que respalde estas afirmaciones?

Veamos primero un versículo del profeta Amós: Así, nada hará el Señor Jehovah sin revelar su secreto a sus siervos los profetas, (Amós 3:7).

Cada vez que Dios ha intervenido en la historia para intentar redimir a la humanidad caída, siempre ha levantado hombres que hablen en su nombre. Lo mencioné al principio. Por lo tanto, era de esperar y estaba totalmente en el plan de Dios que Él levantará un movimiento con el don profético al entrar en los últimos tiempos. Algunos de los que Dios levantó en la antigüedad, además de los ya mencionados, fueron el profeta Elías y Juan el Bautista. Estos dos tenían una misión muy especial: predicar el arrepentimiento a reyes y pueblos.

Se nos ha encomendado una misión divina.

Antes de comenzar a explicar nuestra misión divina, quisiera referirme a algo que escribió Elena G. de White. No se trata de la misión que se nos ha encomendado, sino del secreto del mal. Es precisamente el mal lo que debemos combatir predicando los mensajes del fin de los tiempos con palabras y con nuestra vida. Lo que predicamos debe reflejarse en cómo vivimos. En el libro Primeros Escritos encontramos lo siguiente acerca del secreto del mal.

Siempre ha sido el proyecto de Satanás desviar de Jesús la atención de la gente, volverla a los hombres y destruir el sentido de la responsabilidad individual. Fracasó Satanás en su propósito cuando tentó al Hijo de Dios; pero tuvo más éxito en su esfuerzo con los hombres caídos. Corrompidos el cristianismo. Papas y sacerdotes se arrogaron una posición exaltada y enseñaron a la gente que debía acudir a ellos para obtener el perdón de sus pecados en vez de recurrir directamente a Cristo, (213.1).

La gente quedó del todo engañada. Se le enseñó que el papa y los sacerdotes eran los representantes de Cristo, cuando en verdad lo eran de Satanás, y a Satanás adoraban cuantos ante ellos se postraban. La gente pedía la Biblia; pero el clero creyó peligroso que la leyeran los fieles por sí mismos, por temor de que se ilustrasen y descubriesen los pecados de sus instructores. Se enseñó a la gente a recibir las palabras de esos engañadores como si proviniesen de la boca de Dios. Ejercían sobre la mente aquel poder que sólo Dios debiera ejercer. Si algunos se atrevían a seguir sus propias convicciones, se encendía contra ellos el mismo odio que los judíos habían manifestado contra Jesús, y los que tenían autoridad se revelaban sedientos de su sangre, (213.2).

Resolvió Satanás ir todavía más lejos. Dijo a sus ángeles que algunos tendrían tanto celo por la ley de Dios que no se dejarían prender en esa trampa*, pues los diez mandamientos eran tan explícitos que muchos creerían que seguían válidos, y por lo tanto sólo debía tratar de corromper uno de los mandamientos. Así que indujo a sus representantes a intentar cambiar el cuarto, o sea el mandamiento del día de reposo, con lo que alterarían el único de los diez que revela al Dios verdadero, el Creador de los cielos y de la tierra. Satanás recordó a sus representantes la gloriosa resurrección de Jesús y les dijo que, por haber resucitado el primer día de la semana, el Salvador había trasladado el descanso del séptimo al primer día de la semana, (215.3).

* Estos son los adventistas del séptimo día. Muchos probablemente se preguntarán por qué afirmo esto. Como podemos ver en la descripción de esta sección, se trata de un grupo de personas que guardan los Diez Mandamientos de Dios. Esto solo lo hacen los adventistas.

Es cierto que hay denominaciones que guardan el sábado, el séptimo día de la semana, pero no guardan los demás Diez Mandamientos de Dios, sino los diez mandamientos del Papa, adaptados a su discreción, eliminando el Segundo Mandamiento y dividiendo los Diez Mandamientos en dos.

Centinelas especiales y portadores de luz en la Biblia.

El profeta Elías y Juan el Bautista no solo fueron testigos de Dios, sino también centinelas y portadores de luz. A ambos se les encomendó una gran y honorable tarea, una misión especial: restaurar la verdadera adoración en una época en que casi todos habían olvidado a Dios Creador. Estos dos, el profeta Elías y el Bautista, fueron elegidos para ser testigos, centinelas y portadores de luz en un mundo sumido en las tinieblas de Satanás. Si bien estas dos misiones no fueron idénticas, presentan muchas similitudes.

La principal misión del profeta Elías era denunciar el paganismo que el rey Acab y su reina Jezabel habían introducido entre el pueblo de Dios en aquel tiempo, y difundir la luz de la palabra de Dios mediante su predicación para que el pueblo pudiera encontrar el camino de regreso a Dios. Al mismo tiempo, Elías tenía otra importante misión. Era un hombre de oración, y resucitó al hijo de una viuda en Sarepta mediante una oración profunda y ferviente al Todopoderoso, (véase 1 Reyes 17:17-24).

La principal misión de Juan el Bautista era preparar el camino para la primera venida de Jesús (véase Mateo 3:1-3). Al mismo tiempo, denunció la injusticia y el paganismo en los que tanto el rey Herodes como el pueblo se habían visto envueltos. Su denuncia del adulterio del rey con Herodías, la esposa de su hermano provocó que ella exigiera la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.

Estos dos hombres de Dios cumplieron al pie de la letra la tarea que Dios les encomendó. Ambos lo hicieron arriesgando sus vidas, pero ambos lograron completar su misión porque Dios estuvo con ellos en todo momento.

Solo Elías desafió a los 450 profetas de Baal del rey Acab y puso al pueblo de Dios ante una disyuntiva: Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: – ¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si Jehovah es Dios, ¡seguidle! Y si Baal, ¡seguidle! Pero el pueblo no le respondió nada, (1 Reyes 18:21). De hecho, Elías les pidió que eligieran a qué Dios adorarían. ¿A quién adoraréis, al Señor Dios o a Baal?

Solo Juan el Bautista desafió al rey Herodes y puso al pueblo de Dios ante una disyuntiva similar a la de Elías, diciendo: … … Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías: Voz del que proclama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas, (Mateo 3:2-3). Lo que Juan el Bautista predicó fue: arrepentíos y bautizaos.

Estas son las tareas que Dios ha encomendado a los adventistas en los últimos tiempos. Debemos prepararnos para el regreso de Jesús predicando los mensajes de los tres ángeles, el fuerte clamor y el clamor de medianoche. Debemos despertar a la gente con nuestra predicación, y entonces será inútil perder el tiempo con las iglesias apóstatas que se reúnen en cooperación ecuménica. Debemos ir a los reyes del mundo, a todas las naciones, pueblos, tribus y lenguas, y especialmente a los cristianos, aquellos que se llaman a sí mismos por el nombre de Jesucristo, para reprender sus pecados y el paganismo en el que viven.

Ellen G. White dice lo siguiente acerca de los atalayas y portadores de luz de los últimos tiempos: En un sentido especial, los adventistas del séptimo día han sido puestos en el mundo como atalayas y portadores de luz. A ellos se les ha confiado el último mensaje de advertencia para un mundo perdido. Sobre ellos brilla una hermosa luz de la Palabra de Dios. Se les ha dado una comisión de suma importancia: la predicación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángel. No hay misiones de tan gran importancia. No pueden permitir que nada más atraiga su atención, (9T; 19.1).

¿Cuáles son, entonces, los diferentes mensajes y por qué deben predicarse?

Estos cinco mensajes son la advertencia final de Dios a la humanidad caída. Son un símbolo del amor infinito e ilimitado de Dios, y se dan porque Dios quiere que todos se vuelvan a Él y acepten a Jesucristo como su Salvador. Dios no obliga a nadie, por lo que es importante que quienes creemos en estos mensajes salgamos a predicarlos. Pero no solo se dan a la humanidad caída, sino también para despertar a aquellos fieles que se han vuelto apáticos y, por lo tanto, han caído en la letargia.

Esto no significa que todos los adventistas debamos salir a las calles a hablar con todo el mundo, porque todos hemos recibido dones especiales de la gracia del Espíritu Santo y, por lo tanto, estamos capacitados de diferentes maneras. Algunos salen a predicar, otros escriben blogs, algunos participan en diversas actividades misioneras, etc. etc. Independientemente de la forma en que prediquemos, la predicación debe contener estos cinco mensajes.

1) El mensaje del primer ángel:

Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, Diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas, [Apocalipsis 14:6-7 (Reina Valera 1909)].

Este mensaje fue predicado por primera vez por el movimiento adventista antes de 1844, y volverá a oírse con mayor fuerza que la primera vez. El mensaje del primer ángel nos revela quién es el Creador y que debemos temerle. En este contexto, el temor no significa tener miedo de Dios, sino honrarlo adorándolo como se debe adorarlo y dándole toda la gloria por lo que ha hecho por nosotros. Este mensaje también nos anuncia que es venida el juicio de Dios. La conjugación del verbo «ser» (es venida) es el participio presente activo, lo que implica que se trata de una acción continua. Este es un mensaje universal, pues debe llegar a toda nación, tribu, lengua y pueblo. El mensaje del primer ángel también remite directamente a la creación, cuando Dios bendijo y santificó el séptimo día de la semana (véase Génesis 2:2-3), y al cuarto mandamiento de Dios (véase Éxodo 20:8-11).

El motivo por el que predicamos este mensaje es para que los buscadores sinceros comprendan que deben acudir a Dios y solo a Él para obtener la salvación. No hay salvación fuera de Jesucristo, independientemente de lo que digan los papas y prelados.

2) El mensaje del segundo ángel:

Y siguió otro ángel, un segundo, diciendo: ¡Ha caído, ha caído Babilonia la grande! Todas las naciones habían bebido del vino de la furia de su inmoralidad, (Apocalipsis 14:8).

El mensaje del segundo ángel nos dice que Babilonia, símbolo de todas las denominaciones impuras, ha caído. Esto también se predicó antes de 1844, y se volverá a predicar con mayor fuerza e impacto que la primera vez. El versículo también explica por qué cayó Babilonia: porque hizo beber a todas las naciones del vino de la ira de su fornicación. Simplemente significa que las iglesias caídas han predicado un evangelio diferente al que nos enseña la Biblia, han adoptado todas las doctrinas paganas de Babilonia, Medo-Persia y Grecia, y que la Iglesia Católica ha creado y continúa creando nuevas doctrinas antibíblicas con las que Babilonia envenena al mundo.                                                                                        

Este mensaje debe predicarse para que los hombres comprendan lo que está bien y lo que está mal. Se trata de adoración, tal como en los días de Elías. ¿A quién quieres adorar? No tengo duda de a quién quiero adorar: quiero adorar a Dios, el Creador del universo. Aunque me cueste todo lo que tengo y soy, mi recompensa, si persevero hasta el final, será más valiosa que todos los cuentos de hadas que predican las iglesias caídas. ¿Le daré la espalda a Aquel que murió por mí para que yo fuera salvo?

3) El mensaje del tercer ángel:

Y siguió otro ángel, un tercero, diciendo a gran voz: ¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en la frente o en la mano, él también beberá del vino del furor de Dios que ha sido vertido puro en la copa de su ira, y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero. El humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y no tienen descanso ni de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni cualquiera que recibe la marca de su nombre. ¡Aquí está la perseverancia de los santos, quienes guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús! (Apocalipsis 14:9-12).

Este mensaje nos revela lo que aguarda a las denominaciones cristianas caídas, Babilonia. No es una lectura alentadora, pues el castigo que espera a quienes no se arrepienten es terrible. Lo peor es que ellos mismos eligen este destino al no volverse a Dios, al no honrarlo como Creador y al no hacer su voluntad. Los pecados mencionados en estos versículos son los que la iglesia ha acumulado desde el establecimiento de la iglesia primitiva en el año 31, y también los pecados que Babilonia impondrá a la humanidad en general y a los cristianos en particular en el tiempo venidero. Hasta ahora, nadie ha recibido la marca de la bestia mencionada específicamente en el versículo 11; esto no puede suceder hasta que se establezca la imagen de la bestia (también versículo 11). Pero los santos de Dios, que viven en los últimos días antes del regreso de Jesús, no recibirán la marca de la bestia. Prefieren morir antes que abandonar su fe y dejar a Dios, y eso es lo que nos dice el versículo 12. Los santos de Dios guardan los Diez Mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Nosotros, que nos consideramos el pequeño remanente de Dios en los últimos tiempos, debemos predicar este mensaje para comunicar dos cosas: 1) el castigo que les espera a quienes no se vuelven a Dios, y 2) que es totalmente posible volverse a Dios y unirse a la iglesia de Dios en los últimos tiempos.

Ahora, en los últimos tiempos, estos mensajes resonarán con aún mayor fuerza que en el siglo XIX. Además, se amplificarán con un fuerte clamor.

4) El fuerte clamor:

Después de estas cosas vi a otro ángel que descendía del cielo y que tenía gran autoridad, y la tierra se iluminó con su gloria. Y proclamó con potente voz diciendo: ¡Ha caído, ha caído Babilonia la grande! Se ha convertido en habitación de demonios, refugio de todo espíritu inmundo, y refugio de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido el vino de la furia de su fornicación. Los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los comerciantes de la tierra se han enriquecido con la potencia de su lujosa sensualidad. Oí otra voz del cielo que decía: ¡Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis sus plagas! Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus injusticias, (Apocalipsis 18:1-5).

En el fuerte clamor se afirma que la iglesia fundada por los apóstoles ha caído tan profundamente como le es posible a una iglesia; simplemente se ha vuelto contra Dios. Esta iglesia, y las aproximadamente 50.000 denominaciones en las que se ha convertido gradualmente, son descritas así por el ángel que le dio a Juan el Apocalipsis: se ha convertido en habitación de demonios, refugio de todo espíritu inmundo, y refugio de toda ave inmunda y aborrecible. Esta descripción dista mucho de ser halagadora. Estas iglesias, con la Iglesia Católica como iglesia madre y todas las demás que son sus hijas, son descritas así en el Apocalipsis: En su frente estaba escrito un nombre, un misterio: Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra, (Apocalipsis 17:5).

La mujer en la Biblia es un símbolo de la iglesia o congregación de Dios. Aquí se habla de la Iglesia Católica, la cual se autodenomina la iglesia madre, e incluso se jacta de ello, afirmando que todas las denominaciones que la siguen son sus hijas, o como dice Apocalipsis 17:5: ¡las rameras!

Como vemos en el versículo 4, Dios dice: Salid de ella, pueblo mío, lo que significa que Dios sabe que hay buscadores sinceros en todas las denominaciones caídas. Esta es la razón por la que debemos predicar los mensajes de los tres ángeles y el fuerte clamor. Necesitan un impulso en la dirección correcta para que puedan salir de la confusión en la que se encuentran atrapados. Si no predicamos el mensaje del fin de los tiempos, debemos asumir la responsabilidad de su perdición.

Existe una gran discrepancia sobre quién debe predicar el clamor de medianoche.

En cuanto a la predicación de los mensajes de los tres ángeles y el fuerte clamor, nadie afirma que haya otros, aparte del remanente fiel de Dios, que prediquen y predicará esto en los últimos tiempos. Sin embargo, en lo que respecta al clamor de medianoche, existen opiniones divididas sobre quién debe predicar este mensaje. Muchos dicen que todos los cristianos se durmieron mientras esperaban al novio, pero ¿quién despertó entonces a los que esperaban y a los que dormían?

En estos cuatro mensajes vemos que un ángel participa en la predicación, y ángel, en griego a’nggelos, se traduce como mensajero y ángel. A’nggelos también puede traducirse como pastor o líder de la congregación/iglesia. Esto significa que los cuatro mensajes que hemos analizado deben ser predicados por personas.

Dios siempre ha tenido atalayas que han caminado sobre los muros de Sión. Estos han buscado enemigos que se han acercado al pueblo de Dios, y en el tiempo posterior a la cruz han estado especialmente atentos al regreso de Jesús. Es al remanente fiel de Dios a quien se le ha encomendado la honorable e importante misión de ser testigos y atalayas de Dios. Por lo tanto, debe ser también ese pequeño remanente, compuesto por la congregación fiel de Dios, quien está detrás de la predicación del clamor de medianoche.

5) El clamor de medianoche:

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo aceite, pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar: ¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle! (Mateo 25:1-6).

Ahora bien, esta es una parábola, y una parábola se asemeja en muchos aspectos a una profecía. Por lo tanto, no podemos interpretar una parábola literalmente. Jesús siempre usaba imágenes cotidianas en sus parábolas cuando hablaba con la gente, y así también en esta.

La interpretación común de esta parábola es que todos los cristianos se duermen, pero ¿quién, entonces, predica el clamor de medianoche? Cuando el clamor de medianoche resonó por primera vez en las décadas de 1830 y 1840, fueron William Miller y las milleritas quienes lo predicaron. ¿Por qué habría de haber otros que lo predicaran en los últimos tiempos? No tiene sentido.

Quienes proclaman el regreso de Jesús son los atalayas que recorren las murallas de Sión y aguardan la venida del Salvador. Por lo tanto, debemos proclamar el inminente regreso de Jesús con poder y unción cada día y aprovechar toda oportunidad para anunciar que Cristo volverá pronto. Se nos dio la higuera como modelo para comprender las señales de los tiempos. Vemos que todas las señales que Jesús nos dio en Mateo, salvo dos, se cumplen simultáneamente ante nuestros ojos. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando afirmó: De la higuera aprended la analogía: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca, (Mateo 24:32). Ciertamente, las ramas de nuestra higuera son tiernas y ha comenzado a brotar hojas, por lo que sabemos que el regreso de Jesús está cerca, muy cerca.

Somos adventistas por varias razones. Existimos porque hemos respondido al llamado de Dios a ser atalayas, y nosotros, los adventistas del séptimo día, somos llamados el tercer Elías porque se nos ha encomendado la honorable misión de proclamar el regreso de Jesús para que el mundo esté preparado para este acontecimiento.

Dios tiene muchos fieles que buscan a Dios y que aún se encuentran en Babilonia. Debemos procurar alcanzarlos con nuestra predicación para que puedan ser liberados en Cristo. En tiempos del Antiguo Testamento, se hizo un llamado a salir de la Babilonia literal, y encontramos esto en Isaías y Jeremías, entre otras cosas: ¡Salid de Babilonia! ¡Huid de entre los caldeos! Anunciad esto con voz de alegría; hacedlo oír. Difundidlo hasta el extremo de la tierra. Decid: `Jehovah ha redimido a su siervo Jacob, (Isaías 48:20) … // … Huid de en medio de Babilonia y salid de la tierra de los caldeos. Sed como los carneros que van delante del rebaño, (Jeremías 50:8) … // … ¡Huid de en medio de Babilonia! Librad, cada uno su vida, para que no seáis silenciados a causa de la maldad de ella. Porque es el tiempo de la venganza de Jehovah; él le dará su retribución, (Jeremías 51:6) … // … ¡Salid de en medio de ella, (Babilonia) oh pueblo mío! Librad, cada uno su vida del ardor de la ira de Jehovah, (Jeremías 51:45).

Así como el pueblo de Dios fue llamado a salir de la Babilonia literal, debemos predicar el mismo mensaje en nuestros días a todos aquellos que aún se encuentran en la Babilonia mística actual, para que puedan regresar al Señor.

Sabemos por la historia que no todos los judíos que vivían en Babilonia quisieron salir de ella. Esto también sucederá en los últimos tiempos, pues no todos los que oigan el llamado a abandonar la Babilonia mística en los últimos tiempos harán algún intento por salir. Afortunadamente, hay muchos que, con sinceridad, buscan a Dios y oyen su voz a través de la predicación de los mensajes del fin de los tiempos que proclaman los testigos, atalayas y portadores de luz de Dios.

El mensaje de Dios para los últimos tiempos resonará, estés o no con nosotros, porque Dios tiene un pequeño pero fiel remanente dispuesto a seguir a su Salvador adondequiera que Él les pida ir, incluso hasta la cruz.